miércoles, noviembre 02, 2005

Museo de Autómatas



Aparto el rojo de la cortina, y una mano invisible acciona la manivela del piano mecánico. Las notas se aparecen consistentes en el aire que me circunda, sólidas y pesantes.
Y los monitos tocan las campanillas. Y el clown mueve los labios, aunque no puedo asegurar lo que intuyo que quiere decirme.



Las luces parpadean. Danzan en esos ojos redondos tan vivos.
Sonreíd, sonreíd malditos... pero no me mireis así.



Para escuchar: Los Caramelos. Carrousel.
Fotos por Aura.

4 comentarios:

Kepa dijo...

Por alguna razón que no sabría explicarte (ni siquiera yo lo entiendo), este tipo de cosas (marionetas, automatas, organillos, cajas de música, etc) siempre me han creado desasosiego y me han infundido temor. He de reconocer que me inquietan e inlcuso que me dan miedo.

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo, no sé que es más terrorífico, si los autómatas o los maniquíes. Quizás lo que nos inquieta es que simulan estar vivos, tienen algo de muertos andantes.

Anónimo dijo...

Quisiera poder cortar sus cuerdas... pero mis cuerdas no me dejan...

Anónimo dijo...

Si exteriores o interiores, tanto da, porque el caso es que son invisibles e inasibles, y de ahí mi imposibilidad para cortarlas, las suyas, ni las mías, ni la tuya. Tienes razón, de tener las tijeras necesarias, tal vez nos desmadejaríamos como peleles, pero al menos, durnte instantes, seríamos verdaderamente libres...

P.D: Curiosamente, estas cuerdas no tiran de ti; te empujan hacia...